Nuestra Señora de Itatí (9 de julio)
Según la tradición, la imagen de Nuestra Señora de Itatí fue encontrada sobre una piedra (Itatí en guaraní significa «punta de piedra») en el curso del Alto Paraná, cercano al puerto de Santa Ana.
En 1528 los franciscanos arrojaron la primera semilla evangélica en el distrito de Santa Ana, llamado también Reducción de Yaguarí; en ella siempre prevaleció la devoción a María Inmaculada. Entre 1580 y 1615 el puerto de Santa Ana fue abandonado y Fray Luis de Bolaños fundó la nueva reducción a la que dio el nombre de «Pueblo de Indios de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí».
Con el tiempo, el lugar comenzó a conocerse simplemente como Itatí. Fray Luis de Gamarra, párroco del lugar, fue el primero en dar a conocer los milagros de la Virgen. En la Semana Santa de 1624 tiene lugar la primera transfiguración de la Virgen, que duró varios días.
El 16 de julio de 1900, la imagen de la Virgen de Itatí fue solemnemente coronada por voluntad del Papa León XIII . Fue entronizada con el nombre de Reina del Paraná y Reina del Amor. El 3 de febrero de 1910, el Papa Pío X creó la Diócesis de Corrientes, y el 23 de Abril de 1918, la Virgen de Itatí, fue proclamada Patrona y Protectora de la misma. Su fiesta se celebra el 9 de Julio.
San Ignacio de Loyola (31 de julio)
Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres.
Ignacio entró a la carrera militar. En 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Su hermana le dijo que no tenía más libros que «La Vida de Cristo» y el «Año Cristiano».
Mientras Ignacio leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimientos de tristeza y frustración. Sin embargo, al leer la vida de Cristo y la vida de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto fue impresionándolo profundamente. Mientras leía las historias de los grandes santos pensaba «¿por qué no tratar de imitarlos?, ¿por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo?”.
En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada «Compañía de Jesús». El Superior General de la nueva comunidad ha sido Ignacio hasta su muerte. En Roma pasó todo el resto de su vida. Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar Asia y a muchos jesuitas alrededor del mundo para evangelizar. Muchos de ellos llegaron a América y expandieron la semilla del Reino, hasta nuestras tierras. Ignacio murió súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años.
En 1622 el papa Gregorio XV lo declaró santo.
San Roque González de Santa Cruz y compañeros Mártires (17 de noviembre)
Roque González de Santa Cruz, nació en 1576, en Asunción, de una familia criolla muy destacada.
Roque recibió la ordenación sacerdotal a los 23 años, de manos del franciscano Hernando de Trejo y Sanabria, obispo de Tucumán, en el año 1598. Desde un principio concibió el sacerdocio como una entrega al trabajo pastoral, una búsqueda de Dios en la evangelización de los indios o de los españoles.
Ingresó a la Compañía el 9 de mayo de 1609. El 25 de marzo de 1615, en el solar que hoy ocupa Posadas, funda la reducción “Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa”, que posteriormente se trasladó a la orilla vecina (hoy Encarnación). San Roque fue el fundador de la actual Posadas.
Las últimas reducciones fundadas por el Padre Roque fueron la de la Asunción del Ijuí, el 15 de agosto de 1628 y la de todos los Santos del Caaró, el 1º de noviembre del mismo año en territorio actualmente brasileño.
La conspiración de Ñezú, el cacique principal de Ijuí contra los misioneros había estallado y la campanita del Caaró sería el núcleo de las acciones. Mientras Roque González finalizaba la celebración de la Misa, llegó sobre su cabeza el terrible golpe del hacha de piedra.. Murió instantáneamente. Tenía 52 años.
Al día siguiente del delito, los asesinos fueron al lugar del hecho y junto a los restos escucharon la voz del Padre Roque que venía del corazón y decía: “Aunque me maten, no muero, ya que mi alma va al cielo, y yo me apartaré de ustedes, pero volveré, más no tardará el castigo”.