Desde todas las comunidades, colegios, e instituciones la gente llegó para vivir la fiesta de la solemnidad. La jornada comenzó muy temprano con la decoración del anfiteatro. Luego fue el momento de una obra de teatro en la que los jóvenes contaron la realidad que viven y los dolores que tienen muchísimos de ellos.
La celebración eucarística que fue la única en la tarde del día sábado, fue solemne con una carga de emotividad especial, durante todo el tiempo se remarco la importancia de la defensa de la vida.
Con un marco imponente, celeste el cielo y celeste las gradas durante la misa, el obispo llamó a realizar un trabajo importante y hacer que en nuestras vidas la eucaristía esté presente, “es importante replicar la Eucaristía en nuestra vida cotidiana, porque en la Eucaristía celebramos el misterio de la caridad y lo tenemos que vivir, porque amar es dar la vida, la caridad da vida” y por ello debemos replicar en nuestro corazón de cristiano, en nuestra vida cotidiana lo que vivimos en cada Eucaristía”.
La Eucaristía tiene que ser replicada en la vida cotidiana a través de la caridad, se tiene que convertir en un estilo de vida, en un compromiso concreto con los hermanos más necesitados, con los niños por nacer y con las personas que padecen de adicciones. Porque como cristianos “creemos en el amor, en el amor que da la vida por los demás, creemos en la justicia y en la solidaridad”, en un Dios creador que se hizo hombre y quiso quedarse en medio nuestro, desde aquel día que celebró “la Eucaristía, la única eucaristía, donde el pan y el vino se hicieron su cuerpo y su sangre. El que hizo todo, quiso quedarse en la pequeñez y entregar su vida, haciéndose uno de nosotros y dando su vida por amor y hoy nos invita a nosotros a vivir y replicar la Eucaristía en nuestras vidas”.
La solemnidad de Corpus Christi es una de las fiestas más importantes de la Iglesia Católica, ya que en ellas celebramos que Jesús se quedo con nosotros y nos acompaña de manera especial con la misión de ser testigos y evangelizadores de su amor y su misericordia.
La misa no finalizó en el anfiteatro sino que como todos los años se camino hasta la plaza 9 de julio, donde se realizó la solemne bendición. Durante la caminata se rezó de manera especial por la Defensa de la Vida, del Niño por Nacer, por los pobres y sufrientes, y por todos los que padecen (especialmente por los jóvenes) el flagelo de la droga, junto a Jesús Eucaristía que eligió quedarse con nosotros en el Santísimo Sacramento.
Al llegar a la plaza 9 de julio se rezó por la patria y de manera especial la oración en defensa de la vida, escrita por el papa San Juan Pablo II en el año 1995.